Cada 1 de mayo, miles de personas conmemoran el Día del Trabajo alrededor del mundo. La fecha, cuyo origen reivindica la lucha por conseguir una jornada laboral de ocho horas en Estados Unidos en 1886, se usa hasta hoy para hacer reivindicaciones sociales y laborales a favor de las clases trabajadoras.

Más de un siglo después, los cambios históricos, económicos y sociales que vive el mundo actual nos invitan a realizar una mirada profunda sobre esa evolución y a hacernos cargo de los retos actuales y futuros que enfrentará la sociedad que conformamos.

Y dentro de esos retos, uno que mantiene en alerta a muchos es la revolución industrial 4.0. El concepto, creado por los economistas, apunta a un período radical de transformaciones donde convergen tecnologías digitales, físicas y biológicas, anticipando cambios para el mundo tal como lo conocemos. Será un hito que marcará la historia, tal como lo fue la máquina a vapor a fines del siglo XVII, donde robots integrados en sistemas ciberfísicos transformarán el entorno laboral como lo conocemos hoy.

Para el economista y empresario alemán, Klaus Schwab, autor del libro "La cuarta revolución industrial", publicado en 2016, "estamos al borde de una revolución tecnológica que modificará fundamentalmente la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos. En su escala, alcance y complejidad, la transformación será distinta a cualquier cosa que el género humano haya experimentado antes".

La preocupación del también fundador del Foro Económico Mundial (FEM) no es aislada. Alemania, por ejemplo, estableció la revolución industrial 4.0 como estrategia de alta tecnología y el tema ocupa una posición clave en la agenda de las grandes potencias.

En un artículo publicado por la cadena británica BBC, Schwab aseguró que "hay tres razones por las que las transformaciones actuales no representan una prolongación de la tercera revolución industrial, sino la llegada de una distinta: la velocidad, el alcance y el impacto en los sistemas. La velocidad de los avances actuales no tiene precedentes en la historia… Y está interfiriendo en casi todas las industrias de todos los países”.

¿Qué pasará con el empleo?

La revolución industrial 4.0 supone una transformación inevitable en términos de empleo. La automatización de procesos apunta a que las empresas podrán crear redes inteligentes que podrán controlarse a sí mismas, a lo largo de toda la cadena de valor. Sin embargo, podría acabar con cinco millones de puestos de trabajo en los 15 países más industrializados del mundo.

Ante esta realidad, el economista chileno Klaus Schmidt-Hebbel manifestó su preocupación. En declaraciones publicadas por el diario El Mercurio, se refirió a "una masa de prescindibles, una clase de trabajadores redundantes" que será víctima de estos cambios.

Según el doctor en Economía del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), "no hablo de una clase proletaria que trabajará full 14 horas para sobrevivir, sino que de una clase que simplemente no tendrá empleo de nada, porque no tendrá las calificaciones para emplearse en la economía del futuro".

Para Schmidt-Hebbel, "hasta 70% de las personas que hoy tenemos trabajos vamos a ser redundantes de aquí a 2030 si no nos reconvertimos", por lo que la cuarta revolución industrial "plantea un enorme reto, porque se trata de algo que será exponencial y muy violento".

¿Cuál es el desafío en Chile?

Al igual que en los países industrializados, Chile sufrirá las consecuencias de esta transformación. A modo de ejemplo, el economista nacional menciona la desaparición de los digitadores de programas de computación que existían en los años '70 antes de que aparecieran los computadores portátiles.

Pero más allá de las tensiones sociales y frustración que se prevén, se abre una necesidad de reconversión, la cual es posible a través de la educación. A juicio de Schmidt-Hebbel, "tenemos la necesidad de reconvertir radicalmente nuestra educación, prepararnos mejor, impulsar iniciativas desde la educación pública hasta la de post grado, porque profesiones enteras van a desaparecer y hay que prepararse para los trabajos del futuro”.

Para Karina Perez es Managing Director de Executive Search en Robert Half para los Países Bajos, el proceso de transformación sólo beneficiará a quienes sean capaces de innovar y adaptarse. “El mundo necesita trabajadores cada vez más especializados. El desafío para los trabajadores y las empresas tienen que aprender a ser creativos para tener la opción de reubicarse por su background académico o sus conocimientos en el mercado”.

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Más allá de la creatividad, la formación constante es clave para acompañar activamente este proceso de transformación que vive el mundo. Los profesionales y técnicos necesitan estar en constante perfeccionamiento, para mantenerse vigentes. Al igual que ellos, los futuros profesionales necesitan informarse sobre las tendencias del mercado para tomar decisiones sobre qué tipo de carreras estudiar. Es fundamental que los trabajadores sepan si existirá demanda en tipo de trabajo determinado.

Entender las reivindicaciones inherentes al Día del Trabajo en un contexto histórico de constante lucha por mejores condiciones para los trabajadores del mundo es muy importante.

Sin embargo, esas reivindicaciones deben también proyectarse hacia el futuro, con todos los actores involucrados aportando una postura constructiva y analítica de los cambios que ya son una realidad. Ante el gran desafío que supone la revolución industrial 4.0, enfrentamos una serie de riesgos, pero también de oportunidades. El futuro del empleo está basado en trabajos que hoy aún no existen o están en vías de desarrollo, en industrias que usan nuevas tecnologías. El camino del éxito se forjará en la capacidad de adaptación y formación para vivir a ese nuevo entorno.

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